viernes, 8 de febrero de 2013

FUNDACION CASA DEL SOL: MALEDICTUS. SILVIO GONZALEZ PATARROYO

FUNDACION CASA DEL SOL: MALEDICTUS. SILVIO GONZALEZ PATARROYO: MALEDICTUS Vuelve y juega el embate malhadado a disfrutar de un anatémico rato de tertulia, y por no padecer de la...
LOS SUEÑOS DE ICARO,
MACARAVITA EN LETRAS
ALONSO QUINTIN POESIA

MALEDICTUS. SILVIO GONZALEZ PATARROYO






MALEDICTUS

Vuelve y juega el embate malhadado
a disfrutar de un anatémico rato de tertulia,
y por no padecer de la execrable abulia,
heme aquí, memorando a Verlaine y sus poetas condenados.

El maestro Jorge Darío Vargas López en el marco del V Encuentro Internacional de Poesía Valle de Iraka, mayo 4 de 2012 en Firavitoba, con-versaba a un grupo de estudiantes en la Casa de la Cultura y palabras más, palabras menos, lanzaba en su intervención la siguiente afirmación: “Mientras la ciencia es el estudio de la realidad, la literatura produce goce al tratar de decir las cosas que ocurren en el entorno de la mejor forma que se puedan decir. El mérito del poeta consiste en transmitir lo cotidiano de una forma insuperable y en eso consiste ¡Una obra de Arte!”. Lo cual, traducido a mi humilde saber y entender quiere decir que la poesía, al hacer parte de la literatura está hecha para producir goce y que el poeta al expresarse se comunica mediante un lenguaje bellamente dicho. Lo bello tiene que ver con lo bueno y a su vez lo bueno tiene que ver con el bien. Es decir que lo que bellamente se dice está bien dicho, en latín: “benedictus”, o como quien dice ¡Ben-dito! (¡Cero y van 16 benditos Benedictus!) De estos que bien dicen, que bien hablan, que se ciñen a los cánones concebidos, promulgados y seguidos no es justamente de lo que se va a tratar en esta reunión, pues si así fuese, seguro cada cual con alejandrinos, cadenciosos y sublimes versos y sus autores, que los hay a porrillo, llegaría con su costal repleto y entonando la voz con flemático acento de lord inglés, pero en bien hablado castellano, deleitaría nuestro oído con acaramelados y rimados versos. Acompañaría esta tertulia un largo trago de cognac servido en cristalina, alta y panzuda copa, que acunada en la palma de la diestra mano levantaríamos en honor a tan sublimes aedos, inspirados por las sin par Calíope y Erato. Más no. No se trata de rememorar a estos vates pertenecientes al exclusivo club de condenados a emulación perpetua y exhaustivo estudio, y, por consiguiente malditos poetas. Lo digo porque definitivamente es una maldición, creo, no poder descansar en paz mientras algunos y algunas se apropian de sus “inspiraciones” y estilos y en gélidas noches de insomnio, bajo el influjo del argentino disco de la luna llena y de la grave-edad que la marea eleva, imitan sus creaciones y pasan a la historia, o ¿histeria?, afirmando ser directamente dirigidos o contactados por los espíritus algunas veces color rosa pálido y otras verde botella de tan afamados rimantes, quienes les van inspirando y dictando sin más ni más sus almibarados versos, versos estos que sin compasión y con el quejumbroso tono vocal acostumbrado y mirada entornada van declamando sus autores.
No es de estos condenados poetas, repito y corrijo: de esos malditos poetas que vía correo electrónico, perdón: e-mail, propuso Dussán hablar en el día de hoy. Su propuesta es despellejar a “Les poètes maudits”, es decir a “Los poetas malditos”, sobrenombre acuñado por Paul Verlaine en 1883, para referirse a cinco gatos y una gata que se atrevieron a ir en contravía en la segunda mitad del XIX. A propósito de gatos: “Dios creo al gato para que el hombre pudiera acariciar al león” - Baudelaire; “Los gatos son hechos para almacenar caricias” - Mallarmé. En este momento en que se van manchando de negro estas páginas blancas – “Escribir es poner negro sobre blanco” - dijo el mismo Stephane Mallarmé - no me importa si los versantes, tertuliantes, y farsantes que acompañan hoy a este humilde tunante se hayan metido en estudio profundo de los felinos en mención.
¿Dirán lo que todos han dicho, como por ejemplo, que la señora Verlaine, cuando el hermoso jovenzuelo Rimbaud aparece en su casa y literalmente le destrona de su amor, lanza la sentencia que permanecerá hasta el día de hoy, verdad absoluta, inequívoca, inapelable, llena de profundo sentimiento, filosofía y desconsuelo: “El muerto y el arrimado a los tres días apestan”?
¿Dirán que el epíteto “malditos” con que Verlaine los designa se refiere más a su amante Rimbaud, primero por el par de pepazos que este le pegó en la muñeca y luego por sus infidelidades y continuos abandonos? “La independencia siempre fue mi deseo, la dependencia siempre fue mi destino” Paul Verlaine. “Sin hablar, sin pensar, iré por los senderos: pero el amor sin límites me crecerá en el alma” - “El mundo tiene sed de amor: Tú lo apaciguarás, ¡Oh esplendor de carne! ¡Oh esplendor ideal! ¡Oh renuevo de amor, triunfal aurora en la que doblegando a sus pies los dioses y los héroes, la blanca Calipigia y el pequeño Eros cubiertos con nieve de las rosas, las mujeres y las flores sus bellos pies cerrados!”, Jean Nicolás Arthur Rimbaud.
¿O dirán que son malditos por haber sido incomprendidos, calumniados, trasgresores, drogadictos, alcohólicos, homosexuales, sifilíticos y otras bonituras? “Todos los imbéciles de la burguesía que pronuncian las palabras: inmoralidad, moralidad en el arte y demás tonterías me recuerdan a Louise Villedieu, una puta de a cinco francos, que una vez me acompañó al Louvre donde ella nunca había estado y empezó a sonrojarse y a taparse la cara. Tirándome a cada momento de la manga, me preguntaba ante las estatuas y cuadros inmortales cómo podían exhibirse públicamente semejantes indecencias” – Charles Baudelaire.
¿Dirán acaso que son malditos porque se gozaron las obras del pintor de la locura genial, el holandés Vincent van Gogh, se deleitaron con el esteticismo escandaloso del irlandés Óscar Wilde, se despelucaron con los acordes de la música del genio de la ópera alemana Richard Wagner, se ensimismaron ante “el beso” o “el pensador” del Miguel Ángel de la escultura moderna Francois Auguste René Rodin, o del arquitecto visionario el catalán Antonio Gaudí o en el mejor de los casos sirvieron de prototipos para los estudios psicoanalíticos de Sigmund Freud? Todos ellos unidos en VOCALES:
A negra, E blanca, I roja, U verde, O azul: vocales,
algún día diré vuestro secreto origen.
A, negro corsé velludo de moscas relucientes
que se agitan alrededor de fetideces crueles.

Golfos de sombra; E, candor de nieblas y de tiendas,
lanzas de glaciar fiero, reyes blancos, escalofríos de umbelas;
I, púrpura, sangre, esputo, reír de labios bellos
en cóleras terribles o embriagueces sensuales.

U, ciclos, vibraciones divinas de los mares verduscos,
paz de campo sembrado de animales, paz de las arrugas
que la alquimia imprimió en las frentes profundas.

O, supremo clarín de estridencias extrañas,
silencio atravesado de Ángeles y de mundos
O, la omega, el reflejo violeta de tus ojos.
Rimbaud

“Decirle al pintor que pinte a la naturaleza como es, vale lo mismo que decirle al músico que se siente sobre el piano” - Mallarmé.
¿Dirán por último, que son malditos porque la pelona se los llevó abrupta y tempranamente, porque sus versos fueron inspirados por el mismísimo rey de las tinieblas, más conocido en nuestro medio como el divino Putas? “Yo debería tener un infierno para mi cólera, un infierno para mi orgullo, y el infierno de las caricias; un concierto de infiernos”, “El poeta se hace vidente por medio de un largo, inmenso y razonado desarreglo de todos los sentidos”, “El poeta es realmente ladrón de fuego”, “Mediante la poesía llego a lo desconocido” – Rimbaud.
No creo en verdad que alguno de los asistentes a este encuentro se haya ido por uno de los anteriores cinco caminos. Su inocencia, probidad y alto grado de decencia no llega a tanto. Por mi parte, independientemente de lo que hayan concluido mis contertulios, creo que si Paul Verlaine hubiese tenido en cuenta tan siquiera una de las cinco consideraciones, habría cambiado el título de su libro por el de “Les maudits poètes”, es decir, “Los malditos poetas” o “¡Poètes, les maudits!”: “¡Poetas, los malditos!”. Al titular su obra como “Les Poètes Maudits”, “Los Poetas Malditos”, nos da la clave: fueron los poetas MALEDICTUS: Los que dijeron las cosas mal, imperfectamente, deficientemente, desagradablemente, erróneamente, incorrectamente, indebidamente, desacertadamente y otros sinónimos más. Es decir: los malhablados. Malhablados por que se atrevieron a decir las cosas que sus antecesores usando los cánones propios de la, según ellos mismos, “Poesía Pura” ya habían en algunos casos dicho. Fueron malhablados porque dejaron a un lado la minuciosidad de la métrica, el retorcer de rimas y la aplicación de exquisiteces metafóricas del barroco, del romanticismo, del naturalismo, del parnasianismo, para crear un mundo nuevo del poema. Poema mal – dito como dicen los puristas, mal – decido como dicen mis paisanos o mal – dicho como se me ocurre quiso decir Paul Verlaine. Poema “decadente”, al extremo de ser llamados decadentistas quienes siguieron la corriente de Charles Baudelaire y fueron inspirados por este: “Quiero ser poeta y me esfuerzo en llegar a ser vidente. ¿Para qué? Para llegar a aquella tierra de Canaán de los poetas que han leído las flores del mal. Al fondo del infinito para inventar algo nuevo” – Rimbaud. A su vez Baudelaire habría sido influenciado por Gustave Flaubert, el llamado modelo de la novela contemporánea, especialmente en su obra Madame Bovary. Los decadentistas (que no son diez sacamuelas ni tampoco atascados de cadencia), más tarde, a finales del XIX serían llamados “Simbolistas”, por ser su escritura cargada de símbolos antes que de objetos, y no por haber padecido de enfermedades venéreas: “Nombrar el objeto es suprimir el mayor placer del poema, que es la felicidad de conjeturar poco a poco”, “El acto poético consiste en considerar repentinamente que una idea parte de varios motivos de igual valor y que agrupados riman”, “Un poema es un misterio cuyo secreto debe buscarlo el lector”, “No escribimos los poemas con ideas sino con palabras”. Stephane Mallarmé.
Termino: “El poeta se hace vidente por medio de un largo, inmenso y razonado desarraigo de todos los sentidos”, “Iré, cuando la tarde cante, azul, en verano, herido por el trigo, a pisar la pradera; soñador, sentiré su frescor en mis plantas y dejaré que el viento me bañe la cabeza” – Rimbaud. Si esto es decir mal, o sea maldecir; si esto es una mal – decidura sean por siempre benedictus, maledictus vates y reciban mi ben - decidura. Gonzalo Arango y sus camajanes los estarán esperando y los recogerán en la segunda mitad del XX.

Sylvius /febrero 2013.

FUNDACION CASA DEL SOL: UN MUSIICO GENIAL

LOS SUEÑOS DE ICARO, ALONSO QUINTIN POESIA, MACARAAVITA EN LETRAS, POESIA SIN FRONTERASFUNDACION CASA DEL SOL: UN MUSIICO GENIAL

UN MUSICO GENIAL










BAUDELAIRE





DOS BELLOS POEMAS DE AMOR DE BAUDELAIRE. AHORA...
Samuel Norato Forero26 de enero de 2013 1:04
DOS BELLOS POEMAS DE AMOR DE BAUDELAIRE. AHORA UNO: ¡DELEITEN SU LECTURA! CHARLES  BAUDELAIRE :

HERMOSO NAVIO


Yo deseo relatarte, ¡oh, voluptuosa hechicera!
Los diversos atractivos que engalanan tu juventud;
Pintar quiero tu belleza,
Donde la infancia se alía con la madurez.

Cuando barres el aire con tus faldas amplias,
Produces el efecto de un hermoso navío haciéndose a la mar,
Desplegado el velamen, y que va rolando
Siguiendo un ritmo dulce, y perezoso, y lento.

Sobre tu cuello largo y torneado, sobre tus hombros opulentos,
Tu cabeza se pavonea con extrañas gracias;
Con un aire plácido y triunfal
Atraviesas tu camino, majestuosa criatura.

Yo te quiero relatar, ¡oh, voluptuosa hechicera!
Los diversos atractivos que engalanan tu juventud;
Pintarte quiero tu belleza,
Donde la infancia se alía a la madurez.
Tu pecho que se adelanta y que realza el muaré,

Tu seno triunfante es una bella armadura
Cuyos paneles combados y claros
Como los escudos atajan los dardos;
¡Escudos provocadores, armados de puntas rosadas!

Armario de dulces secretos, lleno de buenas cosas,
De vinos, perfumes, licores¡ Que harían delirar los cerebros y los corazones!
Cuando vas barriendo el aire con tu falda amplia,
Produces el efecto de un hermoso navío haciéndose a la mar,
Desplegado el velamen, y que va rolando
Siguiendo un ritmo dulce, y perezoso, y lento.

Tus nobles piernas, bajo los volados que ellas impulsan,
Atormentan los deseos oscuros, y los acucian,
Como dos hechiceros que hacen
Girar un filtro negro en un vaso profundo.

Tus brazos, que se burlarían de precoces hércules,
Son de las boas relucientes los sólidos émulos,
Hechos para estrechar obstinadamente,
Como para estampar en tu corazón, tu amante.

Sobre tu cuello largo y torneado,
sobre tus hombros opulentos,
Tu cabeza se pavonea con extrañas gracias;
Con un aire plácido y...¡triunfa!

LA VIDA A CAMBIO DE UN VERSO






LA VIDA A CAMBIO DE UN VERSO

Por: Alonso Quintín Gutiérrez Rivero

Juráme dulces cosas que olvidarás mañana

Y hasta el alba lloremos mi pequeña fogosa.

Paul Verleine.



De continuo las sombras nos habitan “como en los noches lúgubres el llanto del pinar”. El espíritu al acecho de acentos perdidos en bosques oscuros, procura su celeste unidad en la herrumbre de las sombras. A veces parece estremecerse en esos ecos vagabundos venidos de algún lamento o de una queja, quien sabe, porque más allá de la aparente realidad despojan las galas voluptuosas figuras para entrar en las vidas como triste exhalación de una canción lejana o de una pena encendida en la oscuridad del entendimiento. No se sabe. Es tan hondo el suspiro de las cosas perdidas, que no alcanzamos a percibir más que las huellas de los acontecimientos y el más leve rumor de lo vivido nos estremece  en la fatal concupiscencia de  la verdad y la ausencia de los seres. A veces un suspiro en la noche nos recuerda el adagio del viento al pasar en susurrantes estrofas de amor y perdición. A veces basta el rose de una hoja para pensar en la caricia desmayada que nunca quiso hacerse realidad en el silencio de las almas solas. A veces se perfilan abismos, se presienten desgatados goznes, pasos de plomo en la oscuridad. No se sabe de dónde nos vienen esas cosas dictadas por el implacable juez de la conciencia ¿o serán los olvidos de Dios en medio de las penas? Cansados de vernos en la penumbra de las verdades eternas, pretendemos el efluvio o la lluvia de celestes canciones antes de postrarnos ante la estatua de los sueños. Somos en verdad un embeleco del destino, una simple apariencia del regocijo de los astros  en medio de silencios eternales. Christopher Dawuson lo dice mejor: “Más allá de la pálida memoria. En algún  misterioso bosque oscuro,/ existe un lugar hecho de sombras/ silencioso bajo la bóveda de los árboles/ un lugar olvidado por el sol”. El hombre perece ante el engaño de sus propios deseos y se redime en la esfera de la ignorancia, pero como diría Vargas Vila: “ Saber es un gran dolor, ignorar una desgracia. ¿Qué hacer entonces? Procurarnos el dolor de saber y ser dos veces desgraciados”. Y Dawuson termina: “Fuimos con los ojos abatidos, sin encontrar  placer en la cercanía, como dos pobres sombras desconsoladas” . El fin de la memoria es el olvido y en medio de las sombras el hombre es una fábula del tiempo a punto de comenzar su brebaje de impacientes esperas.



Los contertulios dirán que esto es una pérdida de tiempo, un desliz del pensamiento en las honduras de la vanidad mundana, y sin embargo estamos hechos de esas pequeñas ataduras que enviaron al ostracismo a los poetas malditos, para después traerlos a naufragar en praderas de silencio desde  la cortesana venia de la irreverencia. “Una daga incrustada con gemas de fuego…  la feroz sombra de las bayas púrpuras de la noche…” diría Jhon Barlas.



Esos poetas extraviados en noches luciferinas, en  laberintos vampíricos, traían  nuevos acentos tal vez perdidos en las sombras de sus devaneos satánicos… y la sociedad  los volvió escépticos, monstruos de la oscuridad, altivos soñadores de catástrofes mundanas. No obstante capaces de sentenciar las vilezas humanas al amparo de sus versos: “Unos matan su amor cuando son jóvenes/ otros cuando ya son viejos/ unos lo ahogan con las manos de  la lujuria/ otros con las manos del oro/ los más compasivos se sirven de un cuchillo… unos hacen lo que deben hacer con lágrimas… otros sin un solo suspiro” nos dice con razón Oscar Wide. También lo vil se enamora de la tragedia existencial  como  lo sentencia el conde de Lautreamont “No es necesario que pienses en el cielo; nos basta con pensar en la tierra”. Y ya que la sociedad relegó a esos poetas a sus campos de fuego y sombras, queda el relevo de esas sombras para que esta tertulia relegada del viento de los acontecimientos se sumerja en esa trama estremecedora de los habitantes del miedo para hacer de cada acento la flauta que resuena en los campos de muerte y de cada olvido un sendero donde los trágicos soñadores se acuerden de un país en derrota. Cada expresión del arte debe inmiscuirse en esas sombras y hacer de cada nota el eco de esa pena, perdida en la terrible indiferencia de los colombianos. Aquí debe surgir una expresión capaz de identificar un país y esa tragedia que nos hace grises remedos de la involución. A veces las sombras  nos asedian y no es la ausencia de luz, no, es la ausencia de nacionalismo, de auscultar las verdades ocultas ¿o será mejor decir evidentes? El arte no ha de ser para ocultar tanta demencia. Esta tertulia ha de moverse en dirección contraria a la verdad oficial, donde se disuelve la moral y se percata el silencio de la crueldad de vivir bajo el oprobio de  la tiranía del poder. “Amar es desear lo mejor para el otro, aun cuando su felicidad solo pueda alcanzarse lejos de nosotros”  lo dice  Dawson. Si de esta gota de silencio surge una gota de luz, donde se refleje el país, habremos aventurado una pálida reflexión en el fasto de las sombras pero habrá valido la pena vivir para ese instante. De aquí ha de surgir la leve luz que quizá nadie perciba pero al menos no habremos pasado como cómplices del descomunal genocidio propiciado por el estado con el aplauso de la sociedad envilecida y humillada por la pedantería de los detentores del poder político y militar. Quizá los poetas malditos nos guíen en esta senda dolorida. Quizá apenas somos su pretexto para buscar más allá de las sombras lo que las sombras ocultan: el cine, la literatura, la música, la pintura, el teatro, la danza han de evidenciar la nueva doctrina. un apasionado impulso hacia la nada existencial, una forma de denunciar el holocausto, desde una perspectiva donde lo letal nos vuelva parte de esta destrozada patria y cada acento inaugure la fe de esta nueva religión que nos hace apostatas del paraíso y Dafnes en busca del abismo. Cada poeta y cada artista ha de escuchar este llamado, hasta que nuestra voz se vuelva precipicio y de esta comedia mundana surjamos para lavarnos las manos con Pilatos desde la sonrisa de los muertos, que nos llaman desde sus lamentos para hacernos partícipes de sus angustias. Y la palabra se volverá, hirsuta y retorcida y la música será hierática y  gótica, y el teatro será la esbelta figura de Leteo, sumergiéndose en las aguas de la indiferencia para surgir de nuevo. No seremos contestatarios de nada. No. Simplemente el aspid que busca refugio en medio del incendio. La palabra se despojará de nubes y dulces almojábanas para mojar en la aguapanela de las meloserías. La palabra ha de vivir al trasluz  en las cortinas del entendimiento al acecho de los alaridos de la raza humana, de los colombianos sometidos al poder saturnal de las huestes victorianas. La nueva religión ha de ser la irreverencia, sin convencionalismos ni devaneos estilísticos. La nueva religión surgirá de la voz de los sepulcros con signos de vitalidad, sin retóricas ni casas doradas donde viven princesas encantadas. La nueva religión será la fe irrefrenable por el ser humano en su integridad, sin asomos de abundancia, pero sin negarle a la verdad, la verdad. La nueva religión, nos ha de someter al juicio y al prejuicio. La  nueva religión nos dará vida propia, sin relojes ahumados ni canciones vertebrales donde Juanes o Shakira nos vuelvan detestables, bueno, y si ese es nuestro destino, bienvenido…  esta tertulia ha de crear la nueva religión, la nueva fe… fuera la esclavitud y la indolencia. El arte y la nacionalidad en la misma tienda. Los colombinos del mismo lado. La literatura del mismo lado. La nueva religión así lo exige. Convocamos a los desahuciados del miedo, a los sin nombre, a los sacrílegos, a los artistas, científicos, biólogos, librepensadores, astrónomos, cartógrafos, pianistas y lustrabotas. La nueva religión así lo exige. No somos herejes, ni ateos, ni militantes de algún partido político. No asistimos el incensario oficial, simplemente nos importa el país, desde el arte. Queremos interpretarlo, saborearlo, intuir las sombras y escuchar los gritos desde los aposentos del espíritu. No somos herederos de los poetas malditos, ni de Verleine, ni de Baudelaire, ni las generaciones sin nombre, ni de los nadaístas. Amamos la libertad y veneramos la condición humana. Pugnamos por el respeto a los derechos humanos, la libre expresión y la cátedra libre. Somos apóstatas del paraíso. Invitamos a escribir en la dermis de los acontecimientos, cuanto de humano y de divino habita el ser humano, desde una conciencia nacional. No somos subversivos ni  vasallos del rey. Los apostatas del paraíso, anhelamos ser una simple y elemental expresión del arte desde una conciencia nacional, sin miramientos ni complacencia con los diálogos de paz donde las traiciones identifican la tragedia nacional. Es simple: vemos lo que queremos ver y cada verdad es un estremecimiento de los presentimientos arraigados en el inconsciente colectivo. Permaneceremos lejos del incensario, lejos de los reyezuelos del poder político local, para quienes desfilar con los pavorreales de la estupidez es su diario vivir. Lejos de quienes esclavizan y envilecen al ciudadano. Lejos de las letanías de los hacedores de fortunas. Lejos del largometraje de la violencia heredera de los hijos  de la independencia. Lejos del carmín que tiñe de sangre la banda presidencial y humilla al ciudadano común. No. No somos una opción política. Somos un movimiento artístico con fundamento nacional. Apóstatas del paraíso, no asistimos a los rituales necrofílicos del estado, ni a la barbarie de fuerzas oscuras. No somos ni de derecha ni de izquierda. Una simple expresión del arte con conciencia nacional. Eso es mucho y es nada, pero así es. Nuestra única religión es el arte de libre expresión. “Que Dios sepa que he usado su creación, que conozca el motivo por el que mi vida valió la pena, que descubra que no fueron los verdes campos ni las altas montaña las que justificaron mi existencia. Que sepa que fue un poema lo que me convirtió en un digno peregrino  de este triste mundo”   El texto de Allam Poe nos sirve para emprender este peregrinaje hacia el campo donde los apóstatas del paraíso tendrán al fin la razón para escanciar la copa de la vida.

El hermetismo que mantuvo al margen los poetas malditos, nos proteja de la desesperación y la audacia de los serafines de la violencia, pues lejos de la guillotina divierte esa violencia sin peligro.



Los poetas malditos nos convocaron a este lugar y nosotros sumisos, emprendimos ese camino de sombras. Si de resultas, brilla la luz, ¿Qué oscuridad impera? “Reimos mucho, tanto,/que quedó como huella de las lágrimas,/ un misterioso encanto/… en el agua salobre de los mares se forjan perlas pálidas” con estos versos de algún poeta maldito, obsequiémonos la creación de los apóstatas del paraíso.

Gracias.












LA VIDA A CAMBIO DE UN VERSO

Por: Alonso Quintín Gutiérrez Rivero
Juráme dulces cosas que olvidarás mañana
Y hasta el alba lloremos mi pequeña fogosa.
Paul Verleine.

De continuo las sombras nos habitan “como en los noches lúgubres el llanto del pinar”. El espíritu al acecho de acentos perdidos en bosques oscuros, procura su celeste unidad en la herrumbre de las sombras. A veces parece estremecerse en esos ecos vagabundos venidos de algún lamento o de una queja, quien sabe, porque más allá de la aparente realidad despojan las galas voluptuosas figuras para entrar en las vidas como triste exhalación de una canción lejana o de una pena encendida en la oscuridad del entendimiento. No se sabe. Es tan hondo el suspiro de las cosas perdidas, que no alcanzamos a percibir más que las huellas de los acontecimientos y el más leve rumor de lo vivido nos estremece  en la fatal concupiscencia de  la verdad y la ausencia de los seres. A veces un suspiro en la noche nos recuerda el adagio del viento al pasar en susurrantes estrofas de amor y perdición. A veces basta el rose de una hoja para pensar en la caricia desmayada que nunca quiso hacerse realidad en el silencio de las almas solas. A veces se perfilan abismos, se presienten desgatados goznes, pasos de plomo en la oscuridad. No se sabe de dónde nos vienen esas cosas dictadas por el implacable juez de la conciencia ¿o serán los olvidos de Dios en medio de las penas? Cansados de vernos en la penumbra de las verdades eternas, pretendemos el efluvio o la lluvia de celestes canciones antes de postrarnos ante la estatua de los sueños. Somos en verdad un embeleco del destino, una simple apariencia del regocijo de los astros  en medio de silencios eternales. Christopher Dawuson lo dice mejor: “Más allá de la pálida memoria. En algún  misterioso bosque oscuro,/ existe un lugar hecho de sombras/ silencioso bajo la bóveda de los árboles/ un lugar olvidado por el sol”. El hombre perece ante el engaño de sus propios deseos y se redime en la esfera de la ignorancia, pero como diría Vargas Vila: “ Saber es un gran dolor, ignorar una desgracia. ¿Qué hacer entonces? Procurarnos el dolor de saber y ser dos veces desgraciados”. Y Dawuson termina: “Fuimos con los ojos abatidos, sin encontrar  placer en la cercanía, como dos pobres sombras desconsoladas” . El fin de la memoria es el olvido y en medio de las sombras el hombre es una fábula del tiempo a punto de comenzar su brebaje de impacientes esperas.

Los contertulios dirán que esto es una pérdida de tiempo, un desliz del pensamiento en las honduras de la vanidad mundana, y sin embargo estamos hechos de esas pequeñas ataduras que enviaron al ostracismo a los poetas malditos, para después traerlos a naufragar en praderas de silencio desde  la cortesana venia de la irreverencia. “Una daga incrustada con gemas de fuego…  la feroz sombra de las bayas púrpuras de la noche…” diría Jhon Barlas.

Esos poetas extraviados en noches luciferinas, en  laberintos vampíricos, traían  nuevos acentos tal vez perdidos en las sombras de sus devaneos satánicos… y la sociedad  los volvió escépticos, monstruos de la oscuridad, altivos soñadores de catástrofes mundanas. No obstante capaces de sentenciar las vilezas humanas al amparo de sus versos: “Unos matan su amor cuando son jóvenes/ otros cuando ya son viejos/ unos lo ahogan con las manos de  la lujuria/ otros con las manos del oro/ los más compasivos se sirven de un cuchillo… unos hacen lo que deben hacer con lágrimas… otros sin un solo suspiro” nos dice con razón Oscar Wide. También lo vil se enamora de la tragedia existencial  como  lo sentencia el conde de Lautreamont “No es necesario que pienses en el cielo; nos basta con pensar en la tierra”. Y ya que la sociedad relegó a esos poetas a sus campos de fuego y sombras, queda el relevo de esas sombras para que esta tertulia relegada del viento de los acontecimientos se sumerja en esa trama estremecedora de los habitantes del miedo para hacer de cada acento la flauta que resuena en los campos de muerte y de cada olvido un sendero donde los trágicos soñadores se acuerden de un país en derrota. Cada expresión del arte debe inmiscuirse en esas sombras y hacer de cada nota el eco de esa pena, perdida en la terrible indiferencia de los colombianos. Aquí debe surgir una expresión capaz de identificar un país y esa tragedia que nos hace grises remedos de la involución. A veces las sombras  nos asedian y no es la ausencia de luz, no, es la ausencia de nacionalismo, de auscultar las verdades ocultas ¿o será mejor decir evidentes? El arte no ha de ser para ocultar tanta demencia. Esta tertulia ha de moverse en dirección contraria a la verdad oficial, donde se disuelve la moral y se percata el silencio de la crueldad de vivir bajo el oprobio de  la tiranía del poder. “Amar es desear lo mejor para el otro, aun cuando su felicidad solo pueda alcanzarse lejos de nosotros”  lo dice  Dawson. Si de esta gota de silencio surge una gota de luz, donde se refleje el país, habremos aventurado una pálida reflexión en el fasto de las sombras pero habrá valido la pena vivir para ese instante. De aquí ha de surgir la leve luz que quizá nadie perciba pero al menos no habremos pasado como cómplices del descomunal genocidio propiciado por el estado con el aplauso de la sociedad envilecida y humillada por la pedantería de los detentores del poder político y militar. Quizá los poetas malditos nos guíen en esta senda dolorida. Quizá apenas somos su pretexto para buscar más allá de las sombras lo que las sombras ocultan: el cine, la literatura, la música, la pintura, el teatro, la danza han de evidenciar la nueva doctrina. un apasionado impulso hacia la nada existencial, una forma de denunciar el holocausto, desde una perspectiva donde lo letal nos vuelva parte de esta destrozada patria y cada acento inaugure la fe de esta nueva religión que nos hace apostatas del paraíso y Dafnes en busca del abismo. Cada poeta y cada artista ha de escuchar este llamado, hasta que nuestra voz se vuelva precipicio y de esta comedia mundana surjamos para lavarnos las manos con Pilatos desde la sonrisa de los muertos, que nos llaman desde sus lamentos para hacernos partícipes de sus angustias. Y la palabra se volverá, hirsuta y retorcida y la música será hierática y  gótica, y el teatro será la esbelta figura de Leteo, sumergiéndose en las aguas de la indiferencia para surgir de nuevo. No seremos contestatarios de nada. No. Simplemente el aspid que busca refugio en medio del incendio. La palabra se despojará de nubes y dulces almojábanas para mojar en la aguapanela de las meloserías. La palabra ha de vivir al trasluz  en las cortinas del entendimiento al acecho de los alaridos de la raza humana, de los colombianos sometidos al poder saturnal de las huestes victorianas. La nueva religión ha de ser la irreverencia, sin convencionalismos ni devaneos estilísticos. La nueva religión surgirá de la voz de los sepulcros con signos de vitalidad, sin retóricas ni casas doradas donde viven princesas encantadas. La nueva religión será la fe irrefrenable por el ser humano en su integridad, sin asomos de abundancia, pero sin negarle a la verdad, la verdad. La nueva religión, nos ha de someter al juicio y al prejuicio. La  nueva religión nos dará vida propia, sin relojes ahumados ni canciones vertebrales donde Juanes o Shakira nos vuelvan detestables, bueno, y si ese es nuestro destino, bienvenido…  esta tertulia ha de crear la nueva religión, la nueva fe… fuera la esclavitud y la indolencia. El arte y la nacionalidad en la misma tienda. Los colombinos del mismo lado. La literatura del mismo lado. La nueva religión así lo exige. Convocamos a los desahuciados del miedo, a los sin nombre, a los sacrílegos, a los artistas, científicos, biólogos, librepensadores, astrónomos, cartógrafos, pianistas y lustrabotas. La nueva religión así lo exige. No somos herejes, ni ateos, ni militantes de algún partido político. No asistimos el incensario oficial, simplemente nos importa el país, desde el arte. Queremos interpretarlo, saborearlo, intuir las sombras y escuchar los gritos desde los aposentos del espíritu. No somos herederos de los poetas malditos, ni de Verleine, ni de Baudelaire, ni las generaciones sin nombre, ni de los nadaístas. Amamos la libertad y veneramos la condición humana. Pugnamos por el respeto a los derechos humanos, la libre expresión y la cátedra libre. Somos apóstatas del paraíso. Invitamos a escribir en la dermis de los acontecimientos, cuanto de humano y de divino habita el ser humano, desde una conciencia nacional. No somos subversivos ni  vasallos del rey. Los apostatas del paraíso, anhelamos ser una simple y elemental expresión del arte desde una conciencia nacional, sin miramientos ni complacencia con los diálogos de paz donde las traiciones identifican la tragedia nacional. Es simple: vemos lo que queremos ver y cada verdad es un estremecimiento de los presentimientos arraigados en el inconsciente colectivo. Permaneceremos lejos del incensario, lejos de los reyezuelos del poder político local, para quienes desfilar con los pavorreales de la estupidez es su diario vivir. Lejos de quienes esclavizan y envilecen al ciudadano. Lejos de las letanías de los hacedores de fortunas. Lejos del largometraje de la violencia heredera de los hijos  de la independencia. Lejos del carmín que tiñe de sangre la banda presidencial y humilla al ciudadano común. No. No somos una opción política. Somos un movimiento artístico con fundamento nacional. Apóstatas del paraíso, no asistimos a los rituales necrofílicos del estado, ni a la barbarie de fuerzas oscuras. No somos ni de derecha ni de izquierda. Una simple expresión del arte con conciencia nacional. Eso es mucho y es nada, pero así es. Nuestra única religión es el arte de libre expresión. “Que Dios sepa que he usado su creación, que conozca el motivo por el que mi vida valió la pena, que descubra que no fueron los verdes campos ni las altas montaña las que justificaron mi existencia. Que sepa que fue un poema lo que me convirtió en un digno peregrino  de este triste mundo”   El texto de Allam Poe nos sirve para emprender este peregrinaje hacia el campo donde los apóstatas del paraíso tendrán al fin la razón para escanciar la copa de la vida.
El hermetismo que mantuvo al margen los poetas malditos, nos proteja de la desesperación y la audacia de los serafines de la violencia, pues lejos de la guillotina divierte esa violencia sin peligro.

Los poetas malditos nos convocaron a este lugar y nosotros sumisos, emprendimos ese camino de sombras. Si de resultas, brilla la luz, ¿Qué oscuridad impera? “Reimos mucho, tanto,/que quedó como huella de las lágrimas,/ un misterioso encanto/… en el agua salobre de los mares se forjan perlas pálidas” con estos versos de algún poeta maldito, obsequiémonos la creación de los apóstatas del paraíso.
Gracias.