viernes, 8 de febrero de 2013

POETAS MALDITOS. TERTULIA







LOS POETAS MALDITOS


Esta vez nuestra tertulia de versantes, tertuliantes, farsantes y tunantes ha sido citada para hablar sobre los llamados poetas malditos, nombre que se repite con cierta reserva por parte de quienes creen que es una invocación mefistofélica con olor a azufre. Sin embargo, antes de meternos en este berenjenal, cabe preguntarnos ¿qué es una maldición? y frente a la respuesta que esta imprecación es la expresión de un deseo maligno, cuyas consecuencias alcanzan a todos los descendientes de la persona maldita, entonces volvemos a preguntarnos ¿por qué se llama poetas malditos a los bardos de la Francia del final de la centuria de 1800, especialmente a Verlaine, Rimbaud, Mallarmé y Baudelaire, nombres a los cuales debe agregarse el del norteamericano Edgar Allan Poe, si estos vates fueron verdadera renovación de las letras y memoria indeleble en el espíritu de los amantes de la poesía? Además, estudiando un poco más allá de lo esotérico y las consejas, vemos que estos poetas, moradores de cafés y círculos literarios y artísticos parisinos, signados como vidas trágicas, incomprendidos, bohemios, trasnochadores, rebeldes por convicción, multados, censurados, marginados socialmente, que vivieron en medio de angustias económicas, fueron así tildados porque incurrieron en el gravísimo pecado de ir contra el academicismo imperante y sentar las bases del modernismo, reaccionando contra el romanticismo decadente y el tema de su inspiración fue el arte, la mujer, la ciudad, la bohemia, la muerte y el hastío, entre otros. En sus poemas la forma de la poesía es sugerente, no descriptiva como venía siendo plasmada por los naturalistas y realistas que exaltaban la realidad cotidiana y la ubicaban por encima del ideal. Sentir que fue definido por el poeta griego Jean Moréas como «enemigo de la enseñanza, la declamación, la falsa sensibilidad y la descripción objetiva», pues el mundo es un misterio por descifrar y el poeta debe trazar las correspondencias ocultas que unen los objetos sensibles. Entonces, una sociedad pacata y seudo escandalizada los llama poetas malditos porque fueron innovadores y rebeldes, verdaderos hitos de la poesía universal, inmersos en esta gama de las letras impregnada de una belleza rara y hasta mefítica, que nos permite conocer y vislumbrar nuevos elementos espirituales, latentes y desconocidos; artistas que no se plegaron al qué dirán ni fueron sobornados con puestos o prebendas ni estaban al servicio del que mejor les pagara. Verlaine, uno de sus miembros, lo dijo: el genio de cada uno de estos poetas malditos fue también su maldición, alejándolos del resto de personas, haciéndolos desiguales respecto a la sociedad como consecuencia de sus dones literarios. Y podemos verificarlo al leer conceptos como el de Baudelaire, fumador de opio y adicto al éter y a la bohemia, conocido visitante de prostíbulos, que encuentra la belleza en lugares que los demás rehuían y cuyas obras fueron prohibidas por considerarse oscuras e inmorales al pintar sin tapujos el uso de las drogas, la sexualidad y el satanismo, quien escribe: “Yo encontré la definición de lo bello, de mi belleza; es algo ardiente y triste, algo un poco vago, que aleja margen a la conjetura. Voy a aplicar mis ideas a un objeto sensible, por ejemplo el objeto más interesante de la sociedad, a un rostro de mujer...” y esta es una afirmación que hace porque supo encontrar la belleza en aquellos lugares que los demás rehuían, o me pregunto y ustedes dirán: ¿será censurable elogiar a la mujer, cantar a su alma, entregarle los sueños?  A su vez,  Verlaine, considerado el maestro del decadentismo y precursor del simbolismo, escribe con  un lenguaje sencillo que fue comparado con la música y varios artistas tomaron su poesía como motivo de inspiración, y frente a este hecho también me cuestiono ¿si es que tal inspiración que influye en Rubén Darío, Manuel Machado y Pablo Neruda merece oprobio y censura? Rimbaud,  el más joven e iconoclasta, vagabundo, embriagado de ajenjo y hachís, pensaba que el hombre se había vuelto manso y mediocre, incapaz de entusiasmo de goce auténtico, dijo: “El poeta se vuelve vidente por un logro inmenso y razonado desequilibrio de todos los sentidos. Todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura; él mismo busca, agota en sí todos los venenos....” (y ante estas palabras aparentemente escandalosas, haciendo un paréntesis,  igual pregunto si  ¿de pronto no podemos pensar lo mismo del individuo actual, acaso el verdadero artista no debe tener algo de perverso en su alma para poder sentir la carne y el pecado, la muerte y el espíritu?).  Pero prosigamos con el pensar y juzgar de estos llamados poetas malditos y tomemos a  Mallarme cuando dice: “Una noche, senté a la belleza en mis rodillas, y la encontré amarga. Y la injurié. Tomé las armas contra la justicia. ¡Hui!  ¡Oh brujas!  ¡Oh miseria! ¡Oh rencor, a vosotros fue confiado mi tesoro!...” y hace la anterior afirmación porque  considera que a la poesía hay que devolverle su dignidad y preservarla de la admiración fácil y trivial, pues el poeta recibe infinidad de palabras y de imágenes fruto de la inspiración o del mundo exterior y hay que combinarlas entre sí y hacer surgir las analogías que permitan el descubrimiento de los significados correspondientes. Sobre este poeta dice José Lezama Lima que es uno de los grandes centros de polarización poéticos, situado en el inicio de la poesía contemporánea y una de las aptitudes más enigmáticas y poderosas que existen en la historia de las imágenes”.  Finalmente, para no seguir citando otros poetas malditos de la vieja Europa, traigamos al maestro de los cuentos de terror, el relato detectivesco y del hermoso e inquietante poema El cuervo, Edgar Allan Poe que sostuvo: Mi vida ha sido capricho, impulso, pasión, anhelo de la soledad, mofa de las cosas de este mundo; un honesto deseo de futuroy, sin embargo, a pesar de este noble deseo, el destino ciego y caprichoso lo marca para morir en una calle de Baltimore en estado de delirio, muy angustiado, y [...] necesitado de ayuda inmediata”. Pero no sigamos con más citas para confirmar la tesis y concluyamos: a estos cultores del arte se les llamó malditos porque pensaron y pensaron en forma diferente de sus contemporáneos tradicionalistas y decadentes.
Mas digamos que lo expuesto fue una síntesis sobre el pensar de algunos de los llamados poetas malditos del siglo XIX. Si bien a estos privilegiados por el impulso divino de la poesía y marcados por el hado fatal de la fortuna pretendemos citarlos bajo el epígrafe de esta tertulia, debemos pensar que no solamente en Francia  se han dado los aludidos como poetas malditos en este planeta, puesto que, como se ha dicho, tales autores fueron unos artistas adelantados a su tiempo o no entendidos en su momento dada su visión y genialidad, exploración y conceptos sobre la vida y el arte. Y aquí debo recordar a ustedes, distinguidos contertulios, que parte de la motivación que hemos tenido al continuar con el Encuentro Internacional de Poesía Valle de Iraka, así como el Festival de la Comedia y la Farsa en el Valle de Iraka, nos anima una idea central ya expuesta en esta tertulia cual es  la de indagar sobre autores interesantes a veces olvidados y preguntar el por qué las letras en Colombia, por no decir que en Boyacá, están como ausentes de la realidad del país, pues vemos cómo en los últimos 50 años de historia de Colombia hemos pasado por situaciones de conflicto, violencia, terrorismo, escándalos financieros, politiquería corrupta al más alto nivel, desplazamientos masivos por culpa de la guerrilla y del paramilitarismo, desaparecidos por cuenta del establecimiento con falsos positivos y secuestrados por delincuencia común y grupos subversivos, así como sin consideración alguna ni respeto por la condición humana se hace la voladura de puentes y tramos de carreteras creyendo agredir al establecimiento cuando lo que se está es atentando cobardemente contra el paisano, se ataca las poblaciones y se masacra al ciudadano, al campesino inerme, se siembran los campos con minas quiebrapatas cerca de las escuelas y a la salida de las poblaciones indefensas, sin que tales horrores pasen de ser una simple noticia de prensa, o que se llegue al colmo de volver a perderse parte del territorio patrio con el reciente fallo ultra y extra petita de la Corte de La Haya, repitiendo la historia de otro tiempo cuando perdimos fronteras frente al Amazonas, Perú, Brasil y Venezuela, como si esta Patria no nos doliera, como si no nos perteneciera. Y es que también vemos extrañados cómo en este largo medio siglo transcurrido desde 1950 a este 2012, no ha habido sino un cambio de edad y de generaciones sin que se haya producido una sola creación en el pensamiento colectivo, ni en las corrientes estéticas ni en las artes plásticas ni en las letras, en este país de memoria olvidadiza. ¿Qué ha pasado? ¿En dónde está lo universal y lo nacional? ¿Los temas y motivos populares? ¿Por qué se encierra el artista en su ego y no fraterniza con su hermano? ¿Será que en nuestro país la conciencia colectiva murió junto con los sueños y las esperanzas? Frente a estos cuestionamientos me permito citar al poeta y crítico Gustavo Cobo Borda quien expresa el mismo concepto al decir: “...la poesía en Colombia padece los desajustes que han afectado el país durante esta época. También ella busca, en vano muchas veces, dar razón de ser a procesos vertiginosos que la sobrepasan y anulan. Quizás también ella como tantos otros elementos de la vida nacional, ha perdido su rumbo y busca con angustia los nuevos horizontes. Es una poesía en crisis

Si se ha dicho que la hora del artista va delante de la hora del resto de los mortales, pues el genio está siempre adelantado a su época y que por causa de ese adelanto no puede ser entendido, entonces no creo como se afirma que con la evolución de los sistemas de comunicación y el internet, la hora del público ignorante se está acercando a la hora del artista porque, con las nueva técnicas, la producción artística y su divulgación se pueden producir casi simultáneamente, lo cual permite la participación activa inmediata del lector y éste, en un abrir y cerrar de ojos, se vuelve escritor y que en cualquier escuela se enseña en unos pocos días a escribir poesía y a hacerse artista sin importar la condición espiritual del aspirante. Quienes tal preconizan están olvidando que cada ser es diferente del resto de sus semejantes y que aunque nos puede ligar una misma raíz, las diferencias son abismales, las inclinaciones igual y la inspiración diferente, y que el artista es un sujeto que existe donde está el hombre. Y en este caso del poeta maldito, con bohemia, trasnochadas, drogas, alcohol, locura, perversión  y otras arandelas, podemos verlo también en Colombia en figuras como el grupo de calaveras de la Gruta Simbólica con Julio Flórez a la cabeza durante la Guerra de los Mil Días, o en Porfirio Barba-Jacob o Raúl Gómez Jattim, León de Greiff o Gonzalo Arango, para citar algunos notables de las letras en nuestro país, que no dejan mucha distancia con los aludidos inicialmente. Y tal es así que el pensamiento de estos poetas nativos marca la pauta a seguir, como por ejemplo Barba-Jacob, morfinómano y erotómano, cuando manifiesta: "Mi poesía es para hechizados. Aunque se manifiesta generalmente como una apariencia de tranquilidad, está llena de temblores, de relámpagos, de aullidos. Hay que desentrañarla, no en la complejidad de sus pensamientos, sino en la complejidad de sus emociones. Parece cerebrizada: no lo es. Yo soy hombre de tono profundo y no un producto al por mayor de la naturaleza". Por su parte, Raúl Gómez Jattin, de poesía descarnada y realista, nos dice en su poema De lo que soy:
                              En este cuerpo
En el cual  la vida ya anochece
Vivo yo
Vientre blando y cabeza calva
Pocos dientes
Y yo adentro
Como un condenado
Estoy adentro y estoy enamorado
Y estoy viejo
Descifro mi dolor con la poesía
Y el resultado es especialmente doloroso
Voces que anuncian: ahí vienen tus angustias
Voces quebradas: pasaron ya tus días.

León de Greiff, en un juego de palabras afirma que su vida es: "Calle, alcobas, bibliotecas y cafetines […] Extractor de esencias-quintas-Musúrgico-Acontista, etc. -Relapso y contumaz hereje. Habilidad especial: Tergiversante, signista, navegador de nubes, tocador de fagot, contabilista y estadístico, domesticador de culebras…" y Gonzalo Arango, fundador del Nadaísmo, último movimiento rebelde y excepcional que sacudió las letras patrias hace 50 años, escribió: "Ni usted ni yo necesitamos presentación: tenemos tres cosas en común: esta tierra, la vida y la muerte: en eso somos semejantes, casi amigos. Al menos, hay que vivir con esa ilusión de amistad que es básica para la solidaridad humana".  

(Y hablando de los integrantes del Nadaísmo cabe recordar a Amílcar Osorio, Eduardo Escobar, Elmo Valencia y Jota Mario Arbeláez, -para no citar a otros de sus compañeros que terminaron en el manicomio o en la miseria- que fueron poetas iconoclastas, innovadores, interesantes miembros de ese grupo generacional que originó un nuevo sentir, y de dicho terremoto y trastorno en las letras nacionales, Ángela Mary Hickie, la compañera de Gonzalo Arango, dijo que el nadaísmo murió en los años 70, enterrado por su propio progenitor y sus discípulos (¡ojo!) están “desenterrando sus viejos cadáveres literarios para vivir de ellos en un sentido publicitario, maquillando su pasado de modernidad sin alma, huevos filosofales de plástico" y concluye: “Lo que vale es lo que somos, no lo que fuimos…"

Para no alargar más este discurso malo y pesado, cito nuevamente a Cobo Borda: "En el Siglo XX la poesía colombiana, ha sido un jardín bien cultivado y los libros que se publicaron en el curso de cien años acreditan una cosecha sorprendente de buenos versos y de poetas dignos de ese nombre. La poesía representa el rostro auténtico de nuestro país, la esencia de sus gentes. Este siglo fue rico en poetas y movimientos poéticos en Colombia. Desde los poetas del postmodernismo hasta los más recientes poetas de estilos muy diversos" pero, digo yo, y aquí está la inquietud, si bien surge igualmente un gran número de poetas del año 50 a la fecha, ¿Qué ha pasado? ¿En dónde está lo universal y lo nacional? ¿Será que en nuestro país la conciencia colectiva murió junto con los sueños y las esperanzas? ¿En dónde se hace referencia a nuestros problemas en forma colectiva y en cambio por qué los autores se preocupan por lo que pasa en Vietnam o en Siria, cuando tenemos al frente un proceso de paz en ciernes que nos incumbe a todos? ¿Por qué los escritos son de unos pocos que están muy escasamente marcados por la violencia del narcotráfico y no se señala colectivamente este flagelo o el miedo que el país había conocido en otras épocas de violencia política, especialmente en la urbe como escenario de este terror, ni tampoco hay referencia colectiva sobre los campos donde ocurre el desplazamiento forzado o las masacres de sicarios infames encubiertos con banderas seudopolíticas, así como parece ignorarse la realidad que vive el país? ¿Sera que se agotó la inspiración y que solamente restan cultores necesitados de venderse al mejor postor? De pronto, excúsenme, hay una óptica equivocada del suscrito y un deseo de renovación que no encuentro en las letras de nuestro hermoso país habiendo tanto recurso mental y moral para hacerlo.

Ustedes que son poetas, artistas, cultores de la palabra, amantes de la historia, de la música, del pincel y del cincel, teatreros y demás, todos ustedes amigos respetados, gracias por haberme escuchado pero ahí les dejo la inquietud.

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