JORGE ROJAS.
Acción de gracias por el beso
Gracias,
amor, de nuevo tu criatura
se inclina al vasallaje de tu peso.
Encadenado estoy, me tienes preso
entre la red sin par de tu hermosura.
se inclina al vasallaje de tu peso.
Encadenado estoy, me tienes preso
entre la red sin par de tu hermosura.
Gracias,
amor, por esta cosa pura
que a través de la carne te alza ileso.
poder la boca convertirse en beso
es ser el fruto sólo la dulzura.
que a través de la carne te alza ileso.
poder la boca convertirse en beso
es ser el fruto sólo la dulzura.
No
importa, amor, que el labio ante el abismo
del gozo haya quedado silencioso
si es casi el pasmo como el verso mismo.
del gozo haya quedado silencioso
si es casi el pasmo como el verso mismo.
Gracias,
pues tu lenguaje me ha enseñado
que en el silencio todo es más hermoso
y lo callado es más que lo cantado.
que en el silencio todo es más hermoso
y lo callado es más que lo cantado.
El aire de
un abrazo de ríos sin deseo.
Los árboles, un aire vegetal de palomas.
La tarde era un ligero movimiento del párpado,
y la escarcha, la espuma fácil de tu sonrisa.
Los árboles, un aire vegetal de palomas.
La tarde era un ligero movimiento del párpado,
y la escarcha, la espuma fácil de tu sonrisa.
La veleta
era el viento clavado en una espina.
Tu niñez, la distancia que había entre los lirios.
Orilla de tu sueño y pestañas de música
era entonces el ojo limpio de la mañana.
Tu niñez, la distancia que había entre los lirios.
Orilla de tu sueño y pestañas de música
era entonces el ojo limpio de la mañana.
Venías de
más lejos que un hombre de un olvido.
En tu lejana sangre había brumas y mástiles.
Entonces yo era triste y miraba el silencio
creyendo que el silencio era la oscuridad.
En tu lejana sangre había brumas y mástiles.
Entonces yo era triste y miraba el silencio
creyendo que el silencio era la oscuridad.
Todo mi
afán de viajes ancló sobre tu piel
que iba bajo el sol sosteniendo la luz;
proa, el pecho hendía dulcemente los días
y el corazón sabía cómo es de azul el mar.
que iba bajo el sol sosteniendo la luz;
proa, el pecho hendía dulcemente los días
y el corazón sabía cómo es de azul el mar.
Por cada
rosa un sitio en el aire tus hombros
dejaban redondeado por dónde tú pasabas,
y el viento en tus cabellos era sólo un pañuelo
estampado de aromas y soplos de colores.
dejaban redondeado por dónde tú pasabas,
y el viento en tus cabellos era sólo un pañuelo
estampado de aromas y soplos de colores.
Tus ojos
no tenían color que yo pudiera
decir como palabras: «saúz» o «golondrina».
corrías como el agua y el agua de tu risa
subía a los tejados a hacer la tarde clara.
decir como palabras: «saúz» o «golondrina».
corrías como el agua y el agua de tu risa
subía a los tejados a hacer la tarde clara.
Hoy que ni
los espejos saben cómo mirabas
cuando tu edad de lino te daba a las rodillas;
yo te recuerdo y digo simplemente las cosas
como si las sacara de una gota de agua.
cuando tu edad de lino te daba a las rodillas;
yo te recuerdo y digo simplemente las cosas
como si las sacara de una gota de agua.
Era
entonces el tiempo dulce de nuestro encuentro.
La saeta era un rumbo sin ¡ay! en la llegada.
El jazmín, un recuerdo de olor en tu memoria.
Y el bronce era una brisa con olor de campana.
La saeta era un rumbo sin ¡ay! en la llegada.
El jazmín, un recuerdo de olor en tu memoria.
Y el bronce era una brisa con olor de campana.
Bajo mi
piel, ¡qué viento enloquecido,
por valles de la sangre y sus colinas,
estremece un rosal, de más espinas
que de fragantes rosas florecido!
por valles de la sangre y sus colinas,
estremece un rosal, de más espinas
que de fragantes rosas florecido!
¡Qué
agreste furia, qué hórrido sonido
de árbol cayendo y ciegas golondrinas
convoca su ulular entre las ruinas
de un efímero beso consumido!
de árbol cayendo y ciegas golondrinas
convoca su ulular entre las ruinas
de un efímero beso consumido!
¡Qué
amargo mar su desatado llanto
encrespa entre mi ser! ¡Qué tolvanera
de angustia envuelve el hálito del canto!
encrespa entre mi ser! ¡Qué tolvanera
de angustia envuelve el hálito del canto!
¡Amor,
fugaz Amor! Sin ti no fuera,
dentro de mí, un vértice de espanto
la hora, en cada instante pasajera.
dentro de mí, un vértice de espanto
la hora, en cada instante pasajera.
Confidencia
Somos el uno para el otro, ¡mujer!
Nuestros corazones se encuentran
en la misma palabra del libro que leemos,
va nuestra mano trémula,
en busca de una misma rosa.
A veces no me atrevo a mirarte
pues tus ojos límpidos
no soportarían el resplandor que me ciega.
Y de repente nuestros labios se juntan
y no los separa ni el rayo.
Y nuestra propia muerte tiene que esperar
hasta que nuestros cuerpos
den paso a cualquier otro designio.
Intuyo tu
presencia.
Silencio de tu voz.
Vives en el paisaje.
Pura prolongación.
Silencio de tu voz.
Vives en el paisaje.
Pura prolongación.
Nos
llaman. Despertamos.
Van tus cabellos sueltos
-estandartes de sol-
comandando los vientos.
Van tus cabellos sueltos
-estandartes de sol-
comandando los vientos.
Los
caballos galopan
y la tarde agoniza.
¿Brisa? Ciclón al frente
de rosas amarillas.
y la tarde agoniza.
¿Brisa? Ciclón al frente
de rosas amarillas.
Te adivino
tendida
bajo la leve túnica
de aroma que te cubre,
mientras el sueño mide
el espacio profundo
que hay del párpado al alma.
bajo la leve túnica
de aroma que te cubre,
mientras el sueño mide
el espacio profundo
que hay del párpado al alma.
Respiración y nieve
hacen bajo el perfume
invisibles colinas;
la oscuridad me llena,
la ansiedad de tus formas:
montes de lilas pálidas,
desmayadas palomas.
hacen bajo el perfume
invisibles colinas;
la oscuridad me llena,
la ansiedad de tus formas:
montes de lilas pálidas,
desmayadas palomas.
Trino de
amanecer,
sombra de arbusto fresco,
eres nueva en mis manos
sólo por el milagro
del mundo en las tinieblas.
sombra de arbusto fresco,
eres nueva en mis manos
sólo por el milagro
del mundo en las tinieblas.
¡Qué rosas
de tu cuerpo
florecen al hallazgo
múltiple de mis dedos!
Te palpo y eres mía
y mis manos son cestas
para el fruto del tacto
maduro ya, en la rama
trémula del deseo.
florecen al hallazgo
múltiple de mis dedos!
Te palpo y eres mía
y mis manos son cestas
para el fruto del tacto
maduro ya, en la rama
trémula del deseo.
¡Oh! mi enemiga,
a medida que me cuentas tu vida
cómo hierve dentro de mí un veneno dulce,
un humor amargo, una uva terrible.
No he debido saber ni de dónde venías.
¿Qué más daba, un remoto país
o un reciente amante?
Quiero exterminar todos los sitios
donde estuvo tu corazón o tu piel.
Mas, oh encadenado, sólo puedo volver añicos
este mapa de colores que pinté cuando niño.
¿Qué más debo destruir? ¿Nada más?
Sí, también, cada día, morderé en tus labios
todos los besos que ahí han quedado
junto a los nombres de las ciudades.
Beso sin
labio, novia en tu desvelo
esperando una boca que te beba;
y niña aún si un cántaro te lleva
arrullada en los brazos bajo el cielo.
Llueve, y el mundo goza
de tu vuelo;esperando una boca que te beba;
y niña aún si un cántaro te lleva
arrullada en los brazos bajo el cielo.
danza la espiga, ábrese la gleba
y es más dulce cantar cuando se prueba
tu líquido que sabe a nuestro suelo.
Saltando
entre los juncos extraviada
en busca de la sed, corza ligera,
has quedado en mi mano aprisionada.
en busca de la sed, corza ligera,
has quedado en mi mano aprisionada.
No importa
que quien te haga prisionera
te dé su forma, corre alborozada
persiguiendo tu forma verdadera.
te dé su forma, corre alborozada
persiguiendo tu forma verdadera.
Estar
nuestro querer
gozándose en sí mismo
al pasmo de un instante
no soñado. Vivido.
gozándose en sí mismo
al pasmo de un instante
no soñado. Vivido.
Sin pedir
ni dar nada
ver mi fondo en tu fondo.
Ser objeto e imagen
como el agua del pozo.
ver mi fondo en tu fondo.
Ser objeto e imagen
como el agua del pozo.
Beatitud
de lo cierto:
aquiescencia de Dios.
Nescencia de la duda:
presencia de tu amor.
aquiescencia de Dios.
Nescencia de la duda:
presencia de tu amor.
Poma en
sazón. Y el tallo estremecido
de la vida se alza tan ileso
que parece tan sólo el claro peso
de la luz el volumen florecido.
de la vida se alza tan ileso
que parece tan sólo el claro peso
de la luz el volumen florecido.
Nada más
dulcemente sometido
que el aire a su existir, hay algo en eso,
como de pulpa prodigando el beso
de aroma su contorno diluido.
que el aire a su existir, hay algo en eso,
como de pulpa prodigando el beso
de aroma su contorno diluido.
El aroma
no es más que la distancia
entre la fruta y ella. Si muriera,
¿ya para qué el perfume? Sin fragancia,
entre la fruta y ella. Si muriera,
¿ya para qué el perfume? Sin fragancia,
¿para qué
la manzana? Si pudiera
ella ocultar su cálida sustancia
el cuerpo de las frutas no existiera.
ella ocultar su cálida sustancia
el cuerpo de las frutas no existiera.
"...porque había derramado mi alma sobre la arena,
amando a un mortal como si no fuera mortal".
San Agustín, Confesiones. IV-VIII-13
amando a un mortal como si no fuera mortal".
San Agustín, Confesiones. IV-VIII-13
Perdóneme
el Amor haberlo amado
en el cuajado sol de los racimos;
en la pronta vendimia de los labios;
en el cristal en fuga de los días.
en el cuajado sol de los racimos;
en la pronta vendimia de los labios;
en el cristal en fuga de los días.
Perdóneme
el Amor haberlo amado
sobre la rosa que meció su vida
pendiente de la luz
y en pétalos de sombra se deshizo.
sobre la rosa que meció su vida
pendiente de la luz
y en pétalos de sombra se deshizo.
Perdóneme
el Amor haberlo amado
en el azoro de pupilas húmedas:
en fáciles paréntesis de abrazo;
sobre entregados hombros me llevaron
sin devoción el peso de mi sangre.
Perdóneme el Amor, siendo tan puro,
haberlo amado en la caída sombra
que limita la piel de las criaturas,
y haber vertido en sus oscuros ríos
mi sangre de campanas navegantes
y mi gozo que abría las mañanas
azules, en los ojos del rocío,
para fundar la luz sobre la hierba.
en el azoro de pupilas húmedas:
en fáciles paréntesis de abrazo;
sobre entregados hombros me llevaron
sin devoción el peso de mi sangre.
Perdóneme el Amor, siendo tan puro,
haberlo amado en la caída sombra
que limita la piel de las criaturas,
y haber vertido en sus oscuros ríos
mi sangre de campanas navegantes
y mi gozo que abría las mañanas
azules, en los ojos del rocío,
para fundar la luz sobre la hierba.
Y le
ofrezco al Amor el tierno tallo
de sollozo en mi cuello florecido.
Y la semilla de mi sal doblando
la espiga horizontal de las pestañas.
Y mi verdad tan claramente mía,
oscurecida por buscarla blanda
hechura de materias derrumbables.
Y le ofrezco al amor haber tenido
un transparente corazón de agua
y haberlo dado pródigo en mis manos
a la sed de los otros, y dejado
sólo a mi sed la piedra de su cauce.
Y le ofrezco al Amor volver al ancho
lugar de soledad donde me espera
y dice su silencio, sin garganta
para expresar su voz que no limita
ni acento, ni palabra, ni sentido.
de sollozo en mi cuello florecido.
Y la semilla de mi sal doblando
la espiga horizontal de las pestañas.
Y mi verdad tan claramente mía,
oscurecida por buscarla blanda
hechura de materias derrumbables.
Y le ofrezco al amor haber tenido
un transparente corazón de agua
y haberlo dado pródigo en mis manos
a la sed de los otros, y dejado
sólo a mi sed la piedra de su cauce.
Y le ofrezco al Amor volver al ancho
lugar de soledad donde me espera
y dice su silencio, sin garganta
para expresar su voz que no limita
ni acento, ni palabra, ni sentido.
Y prometo
borrar bajo mis ojos
el rostro de mujer que pintó el sueño
en los lienzos purísimos del alba;
y su cuerpo de ardidas geometrías
con su sombra de lirio entre mis brazos;
y la callada curva de su alma
que en el maduro instante del encuentro
pesaba blandamente contra el hombro.
el rostro de mujer que pintó el sueño
en los lienzos purísimos del alba;
y su cuerpo de ardidas geometrías
con su sombra de lirio entre mis brazos;
y la callada curva de su alma
que en el maduro instante del encuentro
pesaba blandamente contra el hombro.
Y prometo
arrancar del leve tacto
la sensación de fruta que me daba
la tierna pelusilla de la carne,
cuando pasaba yo sobre su cuerpo
la cóncava frecuencia de mis manos;
y su oculta tibieza y sobresalto,
y el casi pensamiento de los senos
en la quietud redonda de sus mieles.
la sensación de fruta que me daba
la tierna pelusilla de la carne,
cuando pasaba yo sobre su cuerpo
la cóncava frecuencia de mis manos;
y su oculta tibieza y sobresalto,
y el casi pensamiento de los senos
en la quietud redonda de sus mieles.
Y prometo
también que los pequeños
cálices que florecen en su lengua,
y los racimos de viscosos jugos
que cogen los sabores y los hacen
una insistente flora submarina
donde recuerda el beso los corales,
no me darán su hiel de verde espada,
ni sus dulces violines derretidos,
ni las rendidas sales de su llanto,
ni el limón sorprendente a que sabía
la piel bajo los vellos que ocultaban
su minuciosa red de escalofríos.
cálices que florecen en su lengua,
y los racimos de viscosos jugos
que cogen los sabores y los hacen
una insistente flora submarina
donde recuerda el beso los corales,
no me darán su hiel de verde espada,
ni sus dulces violines derretidos,
ni las rendidas sales de su llanto,
ni el limón sorprendente a que sabía
la piel bajo los vellos que ocultaban
su minuciosa red de escalofríos.
Y prometo
arrojar sobre una playa
-a orillas del silencio y del sollozo-
el caracol sin mar de mis oídos,
para olvidar su voz entrecortada
por sirenas de música y espumas
de risa en las riberas de su labio.
-a orillas del silencio y del sollozo-
el caracol sin mar de mis oídos,
para olvidar su voz entrecortada
por sirenas de música y espumas
de risa en las riberas de su labio.
Y prometo
que el aire que la envuelve
no dejará que yo bajo la noche,
pueda medir, basado en el aroma,
el alto sueño y el profundo abrazo
de su cuerpo entreabierto dulcemente,
ni que sus muslos como dos rosales
en perfumada laxitud me digan
el olor de sus sangre enamorada.
no dejará que yo bajo la noche,
pueda medir, basado en el aroma,
el alto sueño y el profundo abrazo
de su cuerpo entreabierto dulcemente,
ni que sus muslos como dos rosales
en perfumada laxitud me digan
el olor de sus sangre enamorada.
Y prometo
también no ver la noche
para abolir la sombra de su sexo;
y destruir el fondo de mí mismo
donde crecen columnas en mis huesos
y el silencio se comba como un templo
sobre el arco tendido de la sangre.
para abolir la sombra de su sexo;
y destruir el fondo de mí mismo
donde crecen columnas en mis huesos
y el silencio se comba como un templo
sobre el arco tendido de la sangre.
Y qué
rumor de lienzos desgarrados
rodará del recuerdo. Qué vitrales
de partido color mostrará el ojo
caídos bajo el polvo de las lágrimas.
Y cuánta dura arista habrá en la dulce
huida redondez de las imágenes.
Y cuánta soledad contra los muros
donde estuvo mi lámpara alumbrando.
Y cuánto corazón bajo las ruinas
de tantos corazones destrozados.
rodará del recuerdo. Qué vitrales
de partido color mostrará el ojo
caídos bajo el polvo de las lágrimas.
Y cuánta dura arista habrá en la dulce
huida redondez de las imágenes.
Y cuánta soledad contra los muros
donde estuvo mi lámpara alumbrando.
Y cuánto corazón bajo las ruinas
de tantos corazones destrozados.
De tal
destrozo quedaré yo solo
de pie, pero tendidos en el alma,
cuántos alzados ríos de voz clara,
cuánto dolor caído de mi gozo,
cuántas vidas marchitas en mi vida,
cuánta perdida fe y oscura grieta,
del odio en los cimientos quebrantados.
de pie, pero tendidos en el alma,
cuántos alzados ríos de voz clara,
cuánto dolor caído de mi gozo,
cuántas vidas marchitas en mi vida,
cuánta perdida fe y oscura grieta,
del odio en los cimientos quebrantados.
Tú solo,
Amor, me prestarás tu nuevo
labio perennemente preparado;
tu estambre de cristal que clarifica
con azúcar de soles la mañana,
tu espacio de milagro donde flota,
perdido el peso y dolorosamente.
el corazón del hombre como un barco
de sollozo en un agua de saetas.
Te buscaré en el quieto movimiento
de mi ansiedad que espera tu llegada;
bajo el caído párpado del sueño
donde guardas tus luces esenciales;
en el follaje de la interna noche
pugnando por cubrir tu inmensidad.
Sabré de tu presencia, sin sentidos
que te tiendan espacios, ni volumen
para medir tu aliento imponderable.
En el cambio ordenado de las cosas
el llanto será mar o enredadera,
vendrás amor, y encontrarás más limpia
y oreada mi voz en los collados
de mi eterna esperanza que se abre
de par en par al «aire de tu vuelo»".
labio perennemente preparado;
tu estambre de cristal que clarifica
con azúcar de soles la mañana,
tu espacio de milagro donde flota,
perdido el peso y dolorosamente.
el corazón del hombre como un barco
de sollozo en un agua de saetas.
Te buscaré en el quieto movimiento
de mi ansiedad que espera tu llegada;
bajo el caído párpado del sueño
donde guardas tus luces esenciales;
en el follaje de la interna noche
pugnando por cubrir tu inmensidad.
Sabré de tu presencia, sin sentidos
que te tiendan espacios, ni volumen
para medir tu aliento imponderable.
En el cambio ordenado de las cosas
el llanto será mar o enredadera,
vendrás amor, y encontrarás más limpia
y oreada mi voz en los collados
de mi eterna esperanza que se abre
de par en par al «aire de tu vuelo»".
Tú solo,
Amor, me plantarás la rosa
fuerte, que, con sus pétalos de instante
temblorosa de júbilo y de esfuerzo,
detenga y pasme en mágico equilibrio
la inminente llegada de la muerte.
fuerte, que, con sus pétalos de instante
temblorosa de júbilo y de esfuerzo,
detenga y pasme en mágico equilibrio
la inminente llegada de la muerte.
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